Hace ya tanto tiempo que no te escribo, que, creo
perdida ya la facultad de comunicarme contigo, justo ahora, que es, como
siempre que te busco, cuando más te necesito.
Dime por donde andas, alma de mi alma, que sin ti no
puedo hallar sosiego, Me has dejado abandonada a las pasiones mundanas que
enturbian el cerebro, sabiendo como
sabes que eso no es bueno.
Soy frágil en cuanto al mundo se refiere, me
envuelve rápido y sin darme apenas tiempo a pensar en lo que he dicho o hecho.
Mi naturaleza aventurera nunca es capaz de rechazar
una invitación a lo desconocido, a lo nuevo, sin valorar si con ello pongo en
riesgo lo que soy y siento.
Una vez más, he cedido, he entregado el corazón de
nuevo, no sé bien ni a quien, ni cuando, ni como. Lo único que sé de cierto es que
cual vendaval tormentoso ha atravesado mi alma,
llevándose al paso, todo cuanto ya, hacía mucho tiempo había reservado,
pensando en jamás volver a airearlo.
Necesito que vuelvas y que me hagas pensar de nuevo.
Ya sé que vas a decirme que todo cuanto me digas serán palabras que yo
devolveré al viento, pero, entre tú y yo, alma de mi alma, sabes que siempre
con algo me quedo.
No quiero saber si es malo o bueno, eso poco importa
ya, desde el momento en que confesé sentir este amor nuevo. Sólo quiero que me
ayudes a comprenderlo, para que, mientras dure, sea capaz de vivirlo como algo
hermoso y ser feliz de nuevo.
Vuelve de nuevo alma de mi alma, porque dos almas
tengo, la que siempre está conmigo, y la que atenta y alerta vigila a la
rebelde que siente, ama y vive sin escuchar consejo. Ya ves que te necesita
para calmar su desasosiego.
Madrecelta
17 febrero 2014