YA ESTA... AL FIN... “EL
OTOÑO”
Corazones, por fin llegó, la
estación dorada ya está aquí, empezó el otoño, ya los frutos están maduros, las
cosechas recogidas, el trigo en los molinos, para convertirse en harina y ricos
manjares después. y, nosotros, los humanos, libres del albedrío y jaraneo veraniego,
podemos, al fin, empezar el viaje hacia nuestro interior, en busca del yo
perdido en el desenfrenado verano.
Adoro el otoño, sus colores, sus olores, sus puestas de sol, sólo me molesta una cosa, y, es pasajera, alguna que otra remolona mosca que se engancha a mi piel, como si no fuera a existir otro verano.
Os invito a gozar del otoño, a que salgáis a las calles, a ver ese horrendo aspecto de todo el mundo. Unos con bufanda, otros con chanclas. Un hermoso día de sol en el que, sin previo aviso, empieza a llover a cántaros. A oler esa tierra madura, que, cansada de dar frutos, al fin reposa.
Gozar del otoño, con amigos, con amor, con risas, con llantos, con alegrías, con flores, con los sabores nuevos de sus otoñales frutos.
Amaros con suavidad, como sus colores, y desatar vuestra pasión como el rojo de sus puestas de sol.
Gozad del otoño, estación, hermosa, preciosa, proclive al amor, tan espléndida como imprevisible, y, por mí, tan amada como añorada.
Adoro el otoño, sus colores, sus olores, sus puestas de sol, sólo me molesta una cosa, y, es pasajera, alguna que otra remolona mosca que se engancha a mi piel, como si no fuera a existir otro verano.
Os invito a gozar del otoño, a que salgáis a las calles, a ver ese horrendo aspecto de todo el mundo. Unos con bufanda, otros con chanclas. Un hermoso día de sol en el que, sin previo aviso, empieza a llover a cántaros. A oler esa tierra madura, que, cansada de dar frutos, al fin reposa.
Gozar del otoño, con amigos, con amor, con risas, con llantos, con alegrías, con flores, con los sabores nuevos de sus otoñales frutos.
Amaros con suavidad, como sus colores, y desatar vuestra pasión como el rojo de sus puestas de sol.
Gozad del otoño, estación, hermosa, preciosa, proclive al amor, tan espléndida como imprevisible, y, por mí, tan amada como añorada.
Madrecelta.