martes, 31 de julio de 2012

ASI … SENCILLAMENTE…


ASI … SENCILLAMENTE…

Hace unos días alguien me preguntó cómo te dabas cuenta de que amabas de verdad a una persona.
Dada la edad de quien me hacía la pregunta, la sonrisa salió sola, espontánea. Quise explicárselo de la mejor manera posible para que comprendiera que no era algo tan sencillo. No se ama a una persona así de buenas a primeras, de sopetón, sin más ni más, sin razón o motivo aparente, pero no pude.
Al empezar a hablar, se me enredó en el corazón un recuerdo hermoso, dulce y entrañable que me llevó a través de la distancia cerca de alguien a quien apenas conocía, de hecho hacía muy poco tiempo que sabía de su existencia. De alguien que era una persona
casi desconocida para mí.
Se me llenaron los ojos de lágrimas y el alma de alegría. Llevaba unos días con una extraña angustia. Sentía como cosquillas en el estómago, y unos arrebatos de melancolía, que, y, a mi edad, me tenían completamente desconcertada, porque si bien reconocía los síntomas, no quería ni pensar en la causa de ellos. Comprendí, así que me había vuelto a enamorar.
No sé quien se sorprendió más, si yo ante mi propia aceptación de
lo que sucedía, o la personita que me preguntaba y esperaba ansiosa mi respuesta, cuya mirada desconcertada me decía, mejor que con palabras, que no entendía lo que me estaba sucediendo.
Salí como pude del paso, y en cuanto me fue posible me fui sola, a intentar poner orden en mis desconcertados y alborotados sentimientos.
Muchas eran las preguntas y las dudas que me asaltaban y no encontraba respuesta adecuada a ninguna de ellas. Sólo una cosa sabía del todo cierta. Amaba a aquella persona.
La amaba profundamente, de una forma totalmente desprendida, sin deseo alguno de posesión, era un amor nuevo pero que llegaba  a mí en la plenitud de mi madurez.
Naturalmente, mi primer pensamiento fue ocultárselo, no quería darle motivo alguno de preocupación y estropear lo que desde el principio yo había denominado “una hermosa amistad”.
Creí sinceramente que era algo sólo mío, que para nada estaban involucrados sus sentimientos.
Empezamos un extraño juego del escondite. Con verdades a medias o medias verdades.
La verdad es que estaba muerta de miedo. Aquello no podía estarme sucediendo a mí. Siempre tan dueña y segura de mis sentimientos.
Como me di cuenta de que era correspondida aún no lo sé ahora, quizá algo que dijo me hizo reaccionar, creo recordar que fue algo asi como… “vamos a llamar a las cosas por su nombre”… Lo que sí sé que la primera que soltó la bomba fui yo.
De natural impulsivo no podía aguantar más las palabras que pugnaba por salir de mi interior. Creo que hasta fui algo brusca, pero eso forma parte de mi carácter. Sé que pensé … “bueno ya está, ya lo he dicho”… Ahora que pase lo que tenga que pasar.
Lo que tenga que pasar… qué inocencia la mía, no comprendí que iba a dar un salto hacia atrás en el tiempo y que volvería a los tiempos de mi adolescencia, pero de una forma mucho peor.
Ambos estamos llenos de obligaciones hasta decir basta, tenemos seres muy queridos que dependen completamente de nosotros y a los que no queremos, por nada del mundo, ni disgustar ni espantar y mucho menos alejar o dejar.
No es un amor joven, abierto, libre, sino todo lo contrario, es un amor maduro, hacia dentro, sin libertad alguna para gritarlo al aire, y eso que, en algunos momentos, me ha llenado de preocupación y temor, ahora comprendo que es lo que lo hace más hermoso.
Es el nuestro un amor callado, concentrado, sólo para dos, en el que no participa nada ni nadie más, sólo dos personas para sentirlo y vivirlo intensamente.
Los instantes compartidos son hermosos, porque son escasos, y así será siempre.
Ambos sabemos muy bien con lo que la vida nos ha enfrentado, aunque no comprendamos el por qué y es a nosotros solos a quien corresponde hacer con ello lo que el corazón nos demande.
Tan sólo de nosotros dependerá el que sepamos o queramos conservarlo, reviviendo así algo que, equivocadamente, creíamos que ya no nos estaba permitido.

martes, 24 de julio de 2012

CORAZON DE CRISTAL



Me quedé allí quieta, con los ojos llenos de lágrimas, apretando fuertemente los puños y con toda la impotencia del mundo cayendo sobre mí. No fui capaz de emitir sonido alguno. En silencio ví cómo te alejabas a paso lento, como si te costará irte.
Supliqué en silencio que no miraras hacia atrás, no sabía como reaccionaría si volvías a mirarme a los ojos. Tu silueta desgarbada y delgada se iba alejando poco a poco…
Haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad, aparté mis llorosos ojos de ti, y me volví con determinación dispuesta a irme en la dirección opuesta.
No había dado más que cinco o seis pasos cuando sentí que me abrazaban por detrás fuerte, tanto, que casi no podía respirar.
No me defendí sabía de sobra quien era el que así me abrazaba. Lo que no pude evitar es que mis silenciosas lágrimas se convirtieran en convulsos y ahogados sollozos.
Me giré entre tus brazos y hundí la cabeza en tu pecho, sin fuerzas para hablar, ni para mirarte, sólo apreté mi cuerpo contra el tuyo y mis brazos se aferraron a tu cuerpo hasta hacerme daño.
No sé cuanto tiempo estuvimos así en silencio. Oía los latidos de tu corazón muy rápidos, cada vez más y más fuertes, hasta que me di cuenta que los míos se habían acompasado a los tuyos y por eso parecía que tuvieras tambores en el pecho.
Cuando nos fue posible, nos separamos, y sin mirarnos, cogiste mis manos y las besaste. Creí morir en ese instante. Era imposible no podía, no quería separarme de ti. Volví a cerrar los ojos y sentí correr las lágrimas por mis mejillas. Era insoportable tanto dolor. Pensé que no lo aguantaría que moriría allí en aquel instante.
Pero en contra de lo que pensaba fui yo la primera que retiró las manos de tus labios, de un tirón, rápido y fuerte.
No tenía sentido alargar aquella agonía, Ya todo lo habíamos hablado, todo estaba dicho, todo sabido, tenía que ser así, no había otro modo.
Incapaz de enfrentar tu mirada pero con determinación giré en silencio pero con violencia  y sin decir nada empecé a alejarme de ti, poco a poco al principio, casi corriendo después.
Nunca he vuelto a sentir tanto dolor como en aquellos momentos. Pero lo hice, pese a saber que jamás volvería a amar a nadie como a ti te había amado, consciente de que no volvería a vivir nada tan hermoso como lo que juntos vivimos.
Me fui perdiendo en la oscuridad de la noche, que, generosa, me acogía en sus brazos, ocultándome de tu visión.
Supe después, por lo que me dijeron, que desde aquel momento piensas que soy despiadada. Que tengo el corazón duro como una roca.
Lo que nunca nadie te dijo es que desde aquel día mi corazón es de cristal cuarteado en mil pedacitos, y, cada uno de ellos te sigue amando con la misma intensidad de aquel día.
Nadie pudo decírtelo nunca, porque tan sólo lo sé yo.

viernes, 20 de julio de 2012

… SAUDADE




Hay días muy extraños, en los que parece que una aspiradora de sentimientos haya poseído tu cuerpo por dentro durante la noche, dejándolo completamente vacío, estéril, sin vida…
No suele suceder a menudo, afortunadamente. Pero cuando sucede es terrible.
Todo el peso de los años pasados, de los amores perdidos, amores ignorados, olvidados,  todo lo vivido, cae de nuevo sobre nuestro corazón ahogándolo como si  una furiosa y embravecida mar lo arrasara todo, sin salvamento posible.
Cuando ese sentimiento domina mi alma, me posee entera, sin medida, no me deja ni un pequeño resquicio al que aferrarme para intentar escapar.
Una tristeza infinita me embarga. Pierdo el control de mis emociones, y sólo una palabra acude en mi ayuda para definir lo que siento; “saudade”. Es una de las más bellas palabras que conozco, la amo tanto, sólo pensar en ella ya me conforta.
Su significado es complejo, es de aquéllas palabras, que para cada persona significa algo diferente. Su traducción literal es algo así como: pesar, nostalgia, refleja un sentimiento solitario.
Quizá sí, no lo sé, sólo atiendo a la razón de que el refugiarme en ella me consuela. No entiendo a la gente que no puede hallar su lugar entre las palabras, será por lo mucho que las amo, son mi más fiel compañía, jamás me fallan, siempre están ahí, humildes, calladas, esperando que acuda a ellas para socorrerme.
Gracias a ellas, puedo dar salida a tan hondo pesar y son ellas las que me arrancan las salvadoras lágrimas de alivio, tan necesarias para mí.
Parece que mire hacia donde mire, no soy capaz de ver a nadie que me abra sus brazos para buscar entre ellos mi refugio.
No es que necesite mucho, me bastaría sólo con tener un hombro en el que apoyar mi cansada mente, una sonrisa que me invitara a sonreír, una mirada en la que poder hundir la mía hasta el final, sin fondo., que tomara mi mano y que me guiara poco a poco hacia el único lugar del mundo en que reencuentro la paz, un lugar cercano a la mar.
Sé que estoy rodeada de personas dispuestas a prestarse para que mi dolor se calme, pero me es imposible acudir a ellas. Me ahogo en mi soledad, me dejo poseer por ella, hundiéndome poquito a poco, minuto a minuto, cada vez más.
Sé que en un día así, lo que debo hacer es cerrar los ojos y dejarme guiar hacia donde el corazón me lleve. Ignoro hacia dónde será, y confiar en que, cuando al fin a buen puerto llegue, esté allí quien me quiera, pueda o atine a consolar.
De no ser así, sólo me queda esperar al final del día y hablarle a la luna, pidiéndole que con ella se lleve, al amanecer,  todas las soledades que tanto me entristecen, que me ayude a llorar y que me de fuerza para, mañana, continuar.

martes, 17 de julio de 2012

LA MAGIA DE LA HORA AZUL




Hay una hora del día muy especial, y que yo llamo la hora azul. Es ese extraño momento  en que el sol y la luna coinciden en el cielo. Se miran desde lejos, no se acercan demasiado, como  si una extraña timidez les embargara, juegan al escondite entre nubes blancas, el sol no quema con ardor para no dañar a la bella y pálida luna y ella no brilla en todo su esplendor para no molestar al esquivo, pero tímido sol.
No dura siempre lo mismo, pero es un tiempo durante lo que reina es la magia. La hora en que y sobre todo en los largos días de estío, aprovechan los amantes para salir y encontrarse, los niños para jugar, sin temor al ardor solar, las viejas para salir a las puertas de las casas a charlar. Pero si los miras con mucha atención, todos, amantes, niños y viejas, no pueden por más, que de vez en cuando, alzar la cara al cielo para mirar a los eternos amantes .en su mágico danzar.
Si a esa hora, la vida ha sido buena contigo y tienes una mano amiga a la que cogerte y salir a pasear, créeme posees la magia de la felicidad.
No es tan difícil ser feliz, lo más complicado es cuando queremos serlo con alguien a nuestro lado. No es por falta de personas a las que puedas encontrar, es tan sólo que cuesta tanto hallar la adecuada y que no sea en el momento equivocado que, en  demasiadas ocasiones, nos cansamos de esperar, y nos conformamos con lo que tenemos ya.
Pero si en una de esas azules horas tenemos la valentía de afrontar nuestros miedos, de reconocer nuestras carencias, de aceptar nuestros defectos, entonces la magia actúa, y, un día, sin más ni más, te das cuenta que ya no sales sólo a pasear, que tu mano tiene una a la que tomar, que se te ofrece con toda bondad.
Aún te diré más, es tan poderosa la magia de esa azul, hora, que no es necesario que la persona a la que pertenece la mano esté a tu lado. Es igual, si ya la has encontrado, no importa el lugar en él que esté, la sentirás junto a ti, caminando igualados paso a paso,.
Es entonces el momento de vivir intensamente ese azul y mágico regalo, de no perderlo, de cuidarlo, de reservarlo en lo más íntimo de tu corazón, porque sólo tú sabes que  lo posees, que eres tú su único guardián y que en tu mano está retenerlo así, a lo lejos, en silencio, en la distancia, pero siempre cercano.
Si así lo deseas y con fuerza tomas la mano que se te brinda, ten por seguro que no te fallará, que siempre estará a tu lado, que sabrá lo que nunca le dirás, y que entenderá lo que ni tan siquiera tú comprenderás antes de que a ti te sea revelado.
Es entonces cuando un día, en cualquier lugar, cuando menos lo esperéis, recibiréis el regalo de que, aunque sólo por una vez sea, cogidos de la mano y juntos podáis contemplar esa mágica azul hora acariciando suavemente la mar.

lunes, 16 de julio de 2012

EL AMOR DE LA PALABRA ESCRITA



Desde muy pequeña me fascinaron unos dibujitos minúsculos que aparecían en unas hojas de papel que, por aquel entonces, me parecían enormes, y que mi abuelo con suma paciencia me enseñaba día a día.
Uno de ellos, no recuerdo cuál, hablando en el tiempo, me enseñó
que aquellos dibujos eran letras, y que con las letras se formaban palabras, que se podían leer y que eran igual que las habladas, o sea que también ellas explicaban y decían cosas que yo podía entender. Que las hojas grandes eran “diarios”
Inmediatamente solicité aprender a dibujarlas y a unirlas para saber leer y poderme explicar, cuando no me permitían hablar.
Mi asombro no tenía techo. Desde ese momento me enamoré de las palabras. Me emborraché de ellas, no quería dejar de leerlas, de aprender lo que me explicaban. De escribirlas, de adornarlas, de
amarlas, cada día un poco más.
Recuerdo que hasta castigos escolares me comportó ese amor. Mis compañeros no sabían lo que decían los libros. yo sí. Quizá por ello aprendí muy pronto la grandeza y el peligro de las palabras.
No quiero hoy hablar de los peligros, prefiero hacerlo sólo sobre las incontables bondades, sobre todo, de las de las palabras escritas.
Las palabras escritas, las que intercambiamos con otros amantes de ellas, permiten que conozcamos gente que de otro modo jamás entraría en nuestras vidas.
La palabra escrita es muy ingenua. Cuando la plasmamos en el papel, sin darnos cuenta, descubrimos totalmente nuestra alma, sin
absurdas pretensiones  ni mentiras engañosas. Nos mostramos a   través de ella sin darnos cuenta. Ahí reside su grandeza y su mortal peligro, porque es a través de ella como dejamos al descubierto nuestra verdad.
La palabra escrita puede enamorar y nos enseña  también a amar
La palabra escrita, ama a los amantes,  los ayudan a expresar sentimientos, que, a veces, por timidez, de viva voz, no podrían ni tendrían valor de pronunciar.
Une corazones al azar. Personas que nunca llegaron a pensar que tenían  necesidad de encontrar a alguien en quien tanto amor y confianza depositar hasta que ella, decidió por su cuenta, entrecruzar sus palabras y poniéndolos frente a frente, los obligó a mirarse, conocerse y reaccionar.
Un día, en un instante, en un momento cualquiera, nuestros ojos leen una palabra que nos toca el alma, a la que no podemos, aunque queramos, resistirnos.
El momento, ese instante en sí, es rápido y muy corto, pero mucho más poderoso que nuestra voluntad.
Caemos rendidos ante la fuerza  con que tras la palabra escrita, se nos muestra una persona, desconocida, fuerte, grande, inmensa en su totalidad y que ha llegado allí, en nuestro interior, donde nadie
había estado jamás. Tan sólo a través de una palabra, quien sabe, quizá, hasta escrita al azar.
Afortunados y pobres de nosotros, si esto nos ocurre. La impronta de quien allí ha dejado la palabra escrita nos posee rápido y con gran facilidad.
Poco a poco descubrimos asombrados, atónitos e impotentes,  como la palabra escrita nos ha unido a alguien a quien entendemos, a quien sentimos, de quien sabemos en todo momento como y en qué estado está, alguien de quien, aunque queramos, ya no nos podemos separar y mucho menos olvidar.
Así de inmensa es la fuerza de la palabra escrita con sinceridad. Capaz de dejar al descubierto lo más recóndito de nuestra intimidad. Nuestros más bellos y mejores sentimientos, amor, generosidad, amistad… nos sentimos como poseídos por un inexplicable deseo que nos impulsa a dar y a nada esperar. Sólo, si como deseo llamarse puede, nos crea la necesidad de compartir, eso y nada más. Eso sí, sólo con la persona que ella nos ha puesto al pasar.
Asistimos cual espectadores ajenos, a la increíble facilidad con que somos capaces de exponer, sólo a “esa persona especial”, lo que
bajo candado y doble llave, llevamos encerrado en nuestra alma desde vete a saber cuanto tiempo atrás. Hasta el punto de que, a veces, son cosas, historias que creíamos olvidadas ya.
La palabra escrita ata con lazos invisibles, por eso mismo, lo que ella une, es imposibles de separar.
A través de la palabra escrita podemos hallar un alma sincera a la que ni  creíamos  ni sabíamos que podíamos necesitar, alcanza a unir corazones totalmente ajenos a su voluntad, siendo luego muy difícil, por no decir imposible, volverlos a separar.
Tal es la fuerza de la palabra escrita, ante la que, por mi parte, me he rendido ya.



sábado, 14 de julio de 2012

SOÑAR SOÑANDO SUEÑOS…




No quería venir por aquí, pero mis pies han seguido solos el conocido camino que me lleva siempre hacia ti.
De sobras sé que tú aún no has regresado, que aún estás muy lejos, físicamente de mí, pero puede más la ilusión que la certeza, y vuelvo cada día a buscarte en el rincón de siempre, aquél que sólo tú y yo conocemos, aquél que no existe, que hemos forjado entre sueños y deseos, para escondernos, aislarnos y compartir nuestros secretos, nuestros anhelos, nuestros sueños, nuestras risas y nuestras lágrimas, si viene al caso.
Te espero de la misma forma que sé que tú sabes que lo hago. Sé también las ganas que tienes de volver, aunque tan sólo sea para poder decirme hola, en cualquier momento, en cualquier circunstancia, sin tener que estar pendiente de nada.
Sé que has estado apenado, porque algo piensas que me ha pasado y si bien es cierto no ha sido nada que haya alterado la comunicación que manteníamos, a las pruebas me remito, que al igual que yo has constatado.
Cierto es que te he añorado, no podía ser menos. Espero que no haya sido ése tu caso. Mi deseo no ha sido otro que el de que disfrutaras de tu merecido descanso, llenando ojos y alma de cosas bellas y nuevas y que sólo se reciben de vez en cuando.
Tiempo habrá para compartir con una amiga todo cuanto nuevo has conocido, tiempo habrá para que volvamos a encontrarnos y vaciemos nuestras almas de todo cuánto nuevo se han llenado.
Me pregunto asombrada si te has dado cuenta de lo afortunados que somos, del tremendo regalo que la vida nos ha dado, sin buscarlo, sin pedirlo y lo más probables, es que, tal vez, ni siquiera merezcamos.
Debemos conservarlo y valorarlo en todo cuanto vale, no podemos desperdiciar ni un ápice de todo cuanto nuevo llegue. los años nos avisan de que no podemos perder tiempo, debemos vivir rápido lo que nos ha sido dado y quien sabe si también tendremos tiempo de regalar a los que amamos todo cuanto de bueno juntos aprendamos.
¿Imaginas cómo será nuestro momento cuando por fin coincidamos?

miércoles, 11 de julio de 2012

PASO A PASO… POCO A POCO…




Aún ahora  no comprendo que extraño desvarío me llevó a pensar, por unas horas, que lo que había sucedido, no había sido cierto, que tan sólo lo había soñado.
No duró mucho tiempo, pero que angustia vivir con ese pensamiento. ¿Hasta que punto pueden entenderse nuestras almas, para que si la tuya tiene un tropiezo, la mía ande zozobrando?.
Más pronto llegó la calma, fue tan sólo como un ligero susurro del viento, fugaz, casi inadvertido para los otros, pero que a ambos nos regaló el descanso.
Ahora sé que tu corazón ya se ha aliviado. Los dos sabemos que sabemos algo, que aún no esta determinado, pero que el camino encontraremos para que por sí sólo se nos vaya rebelando.
Tiempo al tiempo, poco a poco, paso a paso, iremos conociendo todo cuanto nos está esperando, y con ese feliz hallazgo la vida nos irá enseñando.
No debemos apresurarnos, las cosas buenas vienen sólo con el descanso que proporciona el saber aceptar que nos ha sido dado lo que ni tan siquiera andábamos buscando.
Fiel y protector refugio de nuestros cuerpos cansados, de nuestras inquietudes calladas, de nuestros silencios olvidados, y secretos guardados.
Bajo llave guardaremos todo cuánto aprendamos, sólo para poder regalarlo a tantos como hay que tampoco saben que lo están esperando.
Felices los que sin buscarlo han hallado un guardián inesperado para todo cuanto durante el paso de los años han ido acumulando.
Aprender, aprenderemos, ya que el encontrarnos ha llenado aquellos insospechados y dolorosos huecos con los que durante años hemos caminado y que, por no saber, ni creíamos haberlos
llevado.
Dame la mano, ven, camina junto a mí, aquí a mi lado, para que juntos comprendamos.

lunes, 9 de julio de 2012

EL AMOR DE LA AMISTAD!



Me estremece de placer el pensar que un día, quizá no tan lejano, podré estar así, sentada junto a ti, cerca del mar, en cualquier estación del año, cogida de tu mano, en silencio, sin mirarnos, pero conscientes ambos de cuánto nos conocemos y de lo mucho que compartimos.
Nos conocimos sin querer, casi de cualquier manera, sin darnos cuenta de lo que nos estaba pasando. Luego, como siempre, poco a poco, el tiempo nos aclaró la situación y nos puso en el lugar que debíamos ocupar.
Me asombra tanto amigo que nadie entienda que algo tan sencillo como lo nuestro pueda existir. Todos rebuscan, intentando encontrar lo que ni tan siquiera tú o yo pensamos jamás.
Me cuesta entender como es de difícil que la gente comprenda que lo que nos une es uno de los amores más hermosos que pueden existir, uno de los más fieles, el que es capaz de atravesar ríos y montañas, llorar en silencio o reír hasta el delirio, sin saber muy bien por qué, pero juntos, el que nada
ni nadie puede romper, el más fiel, el que nunca desconfía, el único que lucharía hasta la muerte por defender al otro, el más noble, el que tan sólo puede superar el de ser padres. El amor de la amistad.
Lo más desconcertante es que dudan de él por lo más absurdo, porque no somos del mismo sexo, porque somos un hombre y una mujer, tan sólo por eso. Si no fuera tan triste casi sería para reír.
Pueden entender que dos seres del mismo sexo compartan secretos, emociones, amores, ilusiones. Pero no el que dos humanos que tan sólo son diferentes por algún que otro retoque físico final lo vivan igual o con más intensidad.
Pero me da igual, no pienso renunciar a ti por algo que los más cerrados de mente no puedan o no quieran comprender.
Nosotros lo entendemos, lo vivimos, lo compartimos, lo sentimos. Estamos unidos por algo mucho más fuerte y poderoso que el amor pasional que pueda unir a dos personas, hemos tenido la dicha de encontrar el amor más generoso del mundo, el que nada  pide, y todo lo da. El que ata con lazos invisibles y más fuertes
que cualquier otro sentimiento terrenal. Estamos unidos por la
gran y poderosa fuerza de la amistad.

sábado, 7 de julio de 2012

… AL FIN MI MOMENTO HA LLEGADO…




Ha llovido, el aire está impregnado del vapor que deja el agua al caer en una tarde verano.
Mi piel está desagradablemente humedecida, y una especie de vaho  me enturbia el pensamiento.
No me gustan estas tardes de verano, falsas precursoras de un todavía lejano otoño. Son tristes, grises, los niños no corren por las calles.
Siempre he creído que los domingos o sábados por la tarde, en especial si son solitarias, no son un buen momento para tomar decisiones y mucho menos si son tan importantes cómo la qué ahora me preocupa.
Me hallo en un punto de mi vida en el que elija lo que elija ésta dará un cambio tan radical que aunque, sé de sobra, que estoy preparada para ello, no deja de imponerme cierto respeto y algo de miedo.
Lo único que tengo claro es que no puedo retrasarlo más, ya demasiado lo he aplazando.
Ahora mismo, por ejemplo, en lugar de ir directamente a la decisión que ya sé he tomado, pierdo el tiempo escribiendo, sólo para darme un respiro y así, tal vez, encontrar la manera de explicarlo.
No es algo trascendental para los que me rodean, el cambio tan sólo me afecta a mí, y ahí reside la simpleza y la terrible complejidad de llevarlo a cabo.
Se trata de que acepte de una vez que puedo ser feliz, aunque para ello tenga que dejar atrás cosas que, aunque dolorosas, forman una parte tan importante de mi vida que me duele dejarlas ir.
Pero sí, lo voy a hacer. La vida inesperada y recientemente me ha dado inesperados e increíbles regalos, y no los voy a dejar pasar. Voy a vivir aceptando todo cuanto bueno y nuevo me venga. Dedicándome a quienes y a todo lo que amo, no permitiendo a nadie que me gobierne o intente dirigir mis pasos
Sé que los fantasmas del pasado volverán una y otra vez llamando a la puerta con fuerza. Me es igual, ya la he cerrado.
Mi tiempo está aquí ya ha empezado, voy a vivirlo, nuevo, fresco, sano, tal y como llegue será aceptado.
Nada le pido sólo prometo que lo que me de,  será bien aceptado y que, al fin liberada de ese pasado que con tan pesado lastre y durante tantos años he cargado, viviré a mi aire, riendo y alegre, con mi casa abierta a los cuatro vientos para todos aquéllos que tengan a bien venir a conocerla, con los brazos extendidos y siempre esperándolos para ofrecerles mi mano.

lunes, 2 de julio de 2012

ADIOS...



Siempre tuviste miedo a que un día te engañara. Nunca lo hice, y no voy a hacerlo ahora, por eso  me voy, sola, con la luz primera de esta fresca mañana. 
Marcho sola, con lo puesto. De la casa no me llevo nada. todo lo dejo. No quiero lastrar mi mañana con los  recuerdos de un ayer que yo ni tan siquiera deseaba. 
Sería  como empezar de nuevo y de forma equivocada. No fui consciente de que callando, sólo percibías la sensación de que nunca del todo a ti me entregaba, y que algo ocultaba, como si de un engañó se tratara.
Pero fui  yo la engañada. Enredándome en los brazos de quien mi corazón no amaba. Entregándome sólo para satisfacer lo que mi joven y ardoroso cuerpo demandaba..
No era consciente de que lo único que a ti te daba era la pasión de mi juventud desbordada, mi ansia de amar, que al no poder dar a quien realmente deseaba, te entregaba en forma equivocada, pero que en el fondo mi alma sabía que nunca del todo tuya sería.
Fuiste bueno y paciente, me amaste mucho más de lo que merecía, y tú si que me entregaste todo cuanto tu ser tenía. Fui dueña de tu cuerpo, de tu mente, de tu amor sin límite, y una ternura infinita e ilimitada,
Me acomodé en la rutina, me dejé engañar por la nada, pensando que quizá algun día pararía mi alma desesperada de buscar en la lejanía la figura de aquél a quien tanto añoraba.
De mí, nunca te di nada, sólo ausencias y silencios que a ninguno de los dos engañaban.
Nada puedo darte, nada tuve nunca que entregarte, era yo la equivocada, mientras mi cuerpo al tuyo se amoldaba,  dejaba que mi mente volara en pos de quien en realidad la llenaba.
Sé que ahora no lo entiendes, que te va a doler mi marchar, pero, por favor, no digas nada, deja que me vaya en busca de ese, quizá maldito, amor con el que siempre y tanto soñaba,