jueves, 28 de junio de 2012

REGALOS DE LA VIDA




Siempre han convivido en mí, en paz y armonía los recuerdos del pasado con las vivencias del presente. Pero, de vez en cuando, sin saber por qué, aquéllos se remueven y alteran mi día a día.
Me doy cuenta de que va a suceder, cuando siento mariposas en el estómago y un extraño calor en el corazón. Cuando ocurre, suelo quedarme muy quieta y en silencio, esperando.
Suele suceder de golpe, sin llamarlos, simplemente llegan pisando fuerte, entran sin llamar a la puerta y vuelven a repoblar todos los rincones de mi memoria.
También es cierto que, afortunadamente, no suele ocurrir a menudo, lo que hace que sean momentos muy especiales, importantes y hermosos.
Puede ser un olor, una canción, un rostro, una frase o tan sólo el susurro del viento que trae nombres, personas, afectos de otros tiempos. Cuando sucede mi primera reacción siempre es de asombro, casi diría, que vuelvo a ser la ingenua niña de antaño, aquélla que esperaba que cada nuevo día fuera mágico, que me sorprendería a cada instante
Nunca he llegado a acostumbrarme del todo a estas inesperadas visitas del pasado, lo que las hace infinitamente más valiosas, porque vuelven a traerme sensaciones de sentimientos encontrados , de amistades que daba por perdidas, de afectos renovados.
Es tan grande su poder que consiguen mezclar presente y pasado, cruzando amistades nuevas con otras que casi había olvidado, dando mucho más valor a lo recién llegado y renovando los lazos aparentemente olvidados.
Les llamo “regalos de la vida” y cuando llegan me alegran tanto, que debo escribirlas para intentar que no se vuelvan a diluir entre los recuerdos de lo ya pasado.
Otra vez ha sucedido, de nuevo se han mezclado pasado y presente, trayendo esta vez novedades a mi vida, que, no sé cómo explicarlo, estoy segura ya tuvieron su lugar en mi pasado.

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