martes, 17 de julio de 2012

LA MAGIA DE LA HORA AZUL




Hay una hora del día muy especial, y que yo llamo la hora azul. Es ese extraño momento  en que el sol y la luna coinciden en el cielo. Se miran desde lejos, no se acercan demasiado, como  si una extraña timidez les embargara, juegan al escondite entre nubes blancas, el sol no quema con ardor para no dañar a la bella y pálida luna y ella no brilla en todo su esplendor para no molestar al esquivo, pero tímido sol.
No dura siempre lo mismo, pero es un tiempo durante lo que reina es la magia. La hora en que y sobre todo en los largos días de estío, aprovechan los amantes para salir y encontrarse, los niños para jugar, sin temor al ardor solar, las viejas para salir a las puertas de las casas a charlar. Pero si los miras con mucha atención, todos, amantes, niños y viejas, no pueden por más, que de vez en cuando, alzar la cara al cielo para mirar a los eternos amantes .en su mágico danzar.
Si a esa hora, la vida ha sido buena contigo y tienes una mano amiga a la que cogerte y salir a pasear, créeme posees la magia de la felicidad.
No es tan difícil ser feliz, lo más complicado es cuando queremos serlo con alguien a nuestro lado. No es por falta de personas a las que puedas encontrar, es tan sólo que cuesta tanto hallar la adecuada y que no sea en el momento equivocado que, en  demasiadas ocasiones, nos cansamos de esperar, y nos conformamos con lo que tenemos ya.
Pero si en una de esas azules horas tenemos la valentía de afrontar nuestros miedos, de reconocer nuestras carencias, de aceptar nuestros defectos, entonces la magia actúa, y, un día, sin más ni más, te das cuenta que ya no sales sólo a pasear, que tu mano tiene una a la que tomar, que se te ofrece con toda bondad.
Aún te diré más, es tan poderosa la magia de esa azul, hora, que no es necesario que la persona a la que pertenece la mano esté a tu lado. Es igual, si ya la has encontrado, no importa el lugar en él que esté, la sentirás junto a ti, caminando igualados paso a paso,.
Es entonces el momento de vivir intensamente ese azul y mágico regalo, de no perderlo, de cuidarlo, de reservarlo en lo más íntimo de tu corazón, porque sólo tú sabes que  lo posees, que eres tú su único guardián y que en tu mano está retenerlo así, a lo lejos, en silencio, en la distancia, pero siempre cercano.
Si así lo deseas y con fuerza tomas la mano que se te brinda, ten por seguro que no te fallará, que siempre estará a tu lado, que sabrá lo que nunca le dirás, y que entenderá lo que ni tan siquiera tú comprenderás antes de que a ti te sea revelado.
Es entonces cuando un día, en cualquier lugar, cuando menos lo esperéis, recibiréis el regalo de que, aunque sólo por una vez sea, cogidos de la mano y juntos podáis contemplar esa mágica azul hora acariciando suavemente la mar.

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