Aún
ahora no comprendo que extraño desvarío
me llevó a pensar, por unas horas, que lo que había sucedido, no había sido
cierto, que tan sólo lo había soñado.
No duró
mucho tiempo, pero que angustia vivir con ese pensamiento. ¿Hasta que punto
pueden entenderse nuestras almas, para que si la tuya tiene un tropiezo, la mía
ande zozobrando?.
Más
pronto llegó la calma, fue tan sólo como un ligero susurro del viento, fugaz,
casi inadvertido para los otros, pero que a ambos nos regaló el descanso.
Ahora
sé que tu corazón ya se ha aliviado. Los dos sabemos que sabemos algo, que aún
no esta determinado, pero que el camino encontraremos para que por sí sólo se
nos vaya rebelando.
Tiempo
al tiempo, poco a poco, paso a paso, iremos conociendo todo cuanto nos está
esperando, y con ese feliz hallazgo la vida nos irá enseñando.
No
debemos apresurarnos, las cosas buenas vienen sólo con el descanso que
proporciona el saber aceptar que nos ha sido dado lo que ni tan siquiera
andábamos buscando.
Fiel y
protector refugio de nuestros cuerpos cansados, de nuestras inquietudes
calladas, de nuestros silencios olvidados, y secretos guardados.
Bajo
llave guardaremos todo cuánto aprendamos, sólo para poder regalarlo a tantos
como hay que tampoco saben que lo están esperando.
Felices
los que sin buscarlo han hallado un guardián inesperado para todo cuanto
durante el paso de los años han ido acumulando.
Aprender,
aprenderemos, ya que el encontrarnos ha llenado aquellos insospechados y
dolorosos huecos con los que durante años hemos caminado y que, por no saber,
ni creíamos haberlos
llevado.
Dame la
mano, ven, camina junto a mí, aquí a mi lado, para que juntos comprendamos.
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