Una
sola mirada y todo un mundo de recuerdos cayeron sobre mí. Lo reconozco, no
estaba preparada para el reencuentro. Llevaba años soñando con él, pero cuando
al fin llegó el momento me deshice, me pudo el sentimiento.
Te diste
cuenta enseguida, mis llorosos ojos hablaban mejor y más claro de lo que
pudieran haberlo hecho mis labios. Temblaba de pies a cabeza. Me sentía como si
flotara, no veía, no sentía, sólo existías tú.
Necesité
de tu ayuda para poder sentarme. Cogiste mis manos y en silencio nos miramos y
fue en ese justo momento cuanto la
realidad, la nuestra tan particular y única, me hizo volver al mundo.
Nunca
sabré si fueron horas o minutos. Tampoco lo necesito. Sé que hicimos las cosas
bien. Nos tomamos nuestro tiempo para resituarnos. Debíamos dejar primero que
hablara nuestra mirada, que nuestros corazones se reconocieran, que los
sentimientos, tanto tiempo escondidos, volvieran de nuevo a adueñarse uno a uno
de los del otro.
Hubiera
querido tener más grandes los ojos, mejor percepción en la mirada para poder
captar todos los cambios que el tiempo y los años habían dejado caer sobre ti.
Pero no podía, sólo era capaz de hundirme en tus ojos de color caramelo, más y
más, como si quisiera llegar al fondo de tu alma. Por tu parte estabas haciendo
lo mismo, y no puse trabas. Te dejé ahondar en mi interior hasta que tu ansia
de saber cuánto había pasado por mí, se saciara.
Repito
que ignoro cuánto tiempo paso, pero cuando nos dimos por satisfechos, llegó el
deseado y a la vez temido momento del contacto. Nos abrazamos, y así, abrazados
en silencio, nos mecimos acunando suavemente nuestros compartidos recuerdos.
De vez
en cuando nos separábamos, pero tan sólo un instante, y sólo para volver a
mirarnos. Nuestros cuerpos, mucho más sabios que nuestras mentes, se
reconocieron al instante, se adaptaron el uno al otro, como antaño, sin ningún
esfuerzo. Y así permanecimos ni se sabe cuánto.
Qué
dulce fue el reconocimiento, el reencuentro, como si no hubiera pasado el
tiempo. Decidimos sin palabras vivir tan sólo el instante, ya
llegaría, a su tiempo, el horror del momento en que otra vez la vida nos
empujara, separando de nuevo este amor nuestro, al que seguiríamos guardando
como un tesoro, pero, de nuevo, en
silencio.
1 comentario:
no se puede cambiar lo de las reacciones?? divertido interesante o guay no entran dentro de la descripción de estos relatos tan tiernos... que bonito es soñar el rencuentro, que bonito será vivirlo. un beso
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