Pasaba
rápido por aquel lugar, tenía prisa, pero algo, no sabía el qué me hizo
levantar la cabeza y, ante mi propio asombro. olisquear al aire, un viejo,
conocido y querido aroma me llegaba y no sabía ni de dónde venía ni que era.
Miré a
mi alrededor sorprendida y de pronto las vi. Por encima de la valla que rodeaba
la casa junto a la que estaba pasando, sobresalía las ramas llenas de lilas,
con su bello color y su sutil aroma.
Se me
cayó lo que llevaba entre las manos, bolsas, libros, agenda, todo. Me quedé
petrificada. No podía entender que sintiendo aquel olor, y estando en el lugar
en que estaba no estuvieras tú a mi lado.
Miré
buscándote y pronto te ví. Venías hacia mí, sonriéndome con aquel peculiar paso
que tu alta figura te obligaba a llevar, la camisa de cuadros, tu pelo
agitándose al andar, y el aroma de las lilas que nos unía cada día más.
Nadie
sabía de aquéllos encuentros nuestros, no porque los quisiéramos ocultar.
Eramos tan egoístas que lo que no queríamos era compartirlos con nadie más.
Sin darme cuenta apresuré el paso corriendo a tu
encuentro, sonriendo y diciendo. Ves mi amor las lilas ya han vuelto.
No
entendía bien lo que estaba pasando, si tú venías hacia mí y yo corría a tu
encuentro como era posible no notar tus brazos abrazando mi cuerpo.
Oí unas
voces que me hicieron mirar en otra dirección, bajé la vista, porque venían del
suelo, o eso creí, eran unos niños, que rodeándome preguntaban que si me
encontraba bien, que me había dado un golpe con el poste de la luz de la calle,
y al parecer me había mareado.
Entonces
lo entendí. Las lilas estaban allí. Aquélla era la calle, pero tú no estabas en
ella, ni yo corría hacia ti.
Entre
lágrimas sonreí a los chiquillos que me miraban entre asustados y conmovidos,
les dí las gracias, ellos recogieron las cosas que se habían esparcido a mi
alrededor, y cuando ya lo tenía todo, torpemente me disculpé diciendo no sé que
tontería sobre la belleza y el olor de las lilas, que entre lo uno y lo otro me
había distraído y… entonces una
niña preciosa, de rizado cabello del color del oro, me dijo muy dulcemente…
- No
llore señora, no sé por qué, pero a mi papá también le emociona el aroma de las
lilas.
2 comentarios:
Miran, las lilas, hacia la tierra, en busca de realidad, mientras trepan a su lado las vides buscando el aroma de aquellas como la mujer rebusca en los recuerdos.
Así es... tanto hombres como mujeres volvemos siempre la cabeza en busca del recuerdo de otros tiempos vividos.
Gracias por leerme y por tu cometario.
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