Lucía despierta
sobresaltada, pasando abruptamente a una realidad que parece ser un sueño.
Piensa que quizá sea consecuencia, de tanto recrearse en otros tiempos, otras
manos, otros labios, otros cuerpos, amores pasados y nunca olvidados.
Su magia es
distinta a todas las magias. Está entre pinceles, letras, escritos, música…
Crea y se
recrea en la vibración de cada nota, sonido y olor. Emotivo, envolvente o quizá
abstracto, eso depende.
Se levanta y
se asoma a la ventana, en
el reflejo de los cristales ve la luz que una mirada le dedicó hace ya mucho,
puede que demasiado tiempo.
Una estrella
parpadea en un guiño imperceptible, y el viento la acaricia quizá un poco
bruscamente. Tiene frío, recuerda, entonces, que es de noche. A esas horas la
gente duerme. Cierra la ventana y vuelve a la cama
Al sonido de
una voz y al amparo del silencio, Lucía se deja mecer por el profundo abrazo de
una ola, llena de paz, llena de fuerza, de conchitas, algas, pececillos,
estrella y caballitos de mar, de luces y sombras
En lo alto,
la luna sonríe, Lucía también, porque
entiende que, contrariamente a lo que ella creía, ya no está sola.
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